Carcamo, Silvia Noemí Cuidados del buen vivir y bienestar desde las epistemologías del sur : conceptos, métodos y casos / Silvia Noemí Carcamo. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Editorial FEDUN, 2021. Libro digital, EPUB
Este libro surge en la tercera etapa de un proceso de trabajo del grupo de Modelos y Teorías de Cuidados de Enfermería, que se constituye a partir de 2015, cuando nos presentamos catorce enfermeras y enfermeros a una convocatoria Amílcar Herrera de la Secretaría de Ciencia y Técnica de Universidad Nacional de Lanús (UNLa). La Dirección del equipo estaba a cargo del Lic. Ramón Álvarez y la Codirección a cargo de la Mgter. Silvia Cárcamo, en ese entonces, ambos a cargo de la Dirección y Coordinación Técnica de la Carrera de Licenciatura en Enfermería respectivamente.
En esa primera etapa, el trabajo de investigación se desarrolló a partir de preguntarnos ¿Cuáles son los debates actuales en torno a los modelos conceptuales y teorías del conocimiento contemporáneo de la enfermería Año 2016 – 2017?
En la segunda etapa nos preguntamos ¿Con qué modelos conceptuales y teorías de enfermería se vinculan los indicadores de la práctica social de enfermería, en la Región Sanitaria VI, Provincia de Buenos Aires- año 2018-2019? Desde aquí se presenta un cambio de funciones dentro del equipo, quedando Silvia Cárcamo a cargo de la dirección del grupo y Ester Armand Ugon en la codirección, debido a la asunción de funciones de Ramón Álvarez como Director (Decano) del Departamento de Salud Comunitaria de la UNLa, por lo que continúa como investigador del equipo, integrándose al mismo además, nuevas investigadoras. Estas dos investigaciones respondieron a una de las líneas de investigación del Instituto de Salud Colectiva: Modelos de atención y cuidado, que comprende las formas en que los saberes disciplinarios se transforman en prácticas y en función de las mismas establecen vínculos con los usuarios de los servicios y los sistemas sociosanitarios.
En la tercera etapa, vinculada a la producción de este libro, la pregunta de investigación fue ¿cuáles son los debates actuales, desde la perspectiva nacional y latinoamericana, en torno a los conceptos “buen vivir” y “bienestar”- año 2020 – 2021? Responde a la línea de investigación del Instituto de Problemas Nacionales de la UNLa.: Pensamiento Nacional y Latinoamericano. En esta etapa se incorpora una investigadora, quedando conformado actualmente el Grupo por dieciséis personas.
Este proceso de trabajo investigativo, surge a partir de entender que la enfermería se ha convertido en una disciplina, y como tal ha generado un cuerpo de conocimientos de referencia para su práctica y en coherencia con las Políticas Argentinas de Enfermería que adoptó la Asociación de Escuelas Universitarias de Enfermería de la República Argentina (AEUERA) desde el año 2000 y que fueron ratificadas en el año 2014, señalando, que es necesario estimular el desarrollo de investigaciones teóricas orientadas a crear, revisar, contrastar y/o discutir modelos teóricos de enfermería con el objeto de proveer de manera crítica a la comprensión y constitución de bases teórico/filosóficas de la enfermería.
Por ello nos propusimos en la primera etapa, identificar estos debates, y los contextos socio-históricos en que se generaron esas teorías, las perspectivas de esos componentes desde los metaparadigmas de enfermería y los paradigmas actuales de salud. Y allí ya nos planteamos, de ser posible, la redefinición de esos modelos y esas teorías, con apoyo en los pensadores y pensadoras de salud de Argentina y Latinoamérica.
En la segunda etapa nos propusimos identificar y describir los indicadores de la práctica social de enfermería y establecer las vinculaciones de éstas con los modelos conceptuales y las teorías de esta disciplina. En la tercera etapa buscamos identificar cuáles son los debates actuales desde la perspectiva nacional y latinoamericana en torno a los conceptos “buen vivir” y “bienestar”, año 2020 – 2021.
Para alcanzar esos objetivos, tanto en el primer trabajo como en el tercero se utilizó una discusión teórica, un estudio en base a la hermenéutica y la semiótica, por constituir éstas, herramientas adecuadas para realizar una valoración discursiva de los actores que intervienen en el debate. Entendíamos y entendemos, que los textos son materia significante, portadoras de sentido. Indudablemente si utilizamos esa metodología cualitativa para la investigación, es porque la enfermería pertenece al campo de las ciencias sociales, por consiguiente, se trata de un constructo histórico, ha existido y existe en un determinado espacio y tiempo, conformado por actores/actrices sociales que mutan, modificando en consecuencia las instituciones, visiones del mundo, leyes, formas de vida, creencias. Como consecuencia de ello, el objeto de estudio está conformado como un proceso dinámico de conciencia histórica con visiones del mundo determinadas, que responden a la ideología dominante. En síntesis, las ciencias sociales, dentro de la cual ubicamos a la salud y por lo tanto a la enfermería, están sometidas a las características de la época y sus límites lo establece el desarrollo social del momento. Se buscó desentrañar, entonces, desde ese estudio, el discurso escrito de especialistas e interrogarlos, entendiendo que el lenguaje es el medio que permite el vínculo entre el sujeto que procura entender y el sujeto que dona el objeto- texto a través del cual tiene algo que decir (Souza Minayo, 2004; Enrici y Firpo, 2008). En la segunda etapa se propuso recurrir a entrevistas y grupos de discusión, con profesionales de enfermería de todos los niveles de atención del sistema de salud de la Región Sanitaria VI, de la Provincia de Buenos Aires, analizando su propia práctica. La metodología cualitativa y en este caso la entrevista en profundidad, metodología que prevaleció en el estudio, es el recurso para el conocimiento de “otros” y la validez de los datos está fuera de discusión en las ciencias sociales. Resalta un rasgo del proceso de conocimiento de la epistemología del Sujeto Conocido, que es el de la construcción cooperativa del conocimiento, donde se evidencia que disímiles formas de conocer producen un conocimiento igual de legítimo (Vasilachis de Gialdino, 2009). De esta manera nos adentramos en lo que Merhy (2016) llama “producción del cuidado” y que finalmente, a partir del análisis de la micropolítica, se comprenden los procesos que gobiernan las instituciones.
Al finalizar el primer estudio (2017), nuestra hipótesis quedó confirmada, el debate actual en torno a los modelos conceptuales y teorías del conocimiento contemporáneo de enfermería, tienen perspectivas centradas en realidades y tiempos muy diversos, la mayoría, alejadas de nuestra realidad y tiempo. Se logró acordar una definición común de cada concepto del metaparadigma enfermero desde la perspectiva latinoamericana (ver Anexo), que fue ajustándose a partir de diversas actividades científicas. Así quedaron definidos los conceptos metaparadigmáticos de enfermería: ambiente, persona, salud y cuidado de enfermería, a partir de autores/as latinoamericanos/as, denominándola “Teoría de cuidados de enfermería del Buen Vivir y el Bienestar”. Al finalizar el segundo estudio (2019), se confirmó la hipótesis de que los modelos conceptuales y teorías de enfermería vinculadas con las prácticas sociales de enfermería, en la Región Sanitaria VI, del Ministerio de Salud, de la Provincia de Buenos Aires, son diversas y hasta contradictorias. Se generaron así dos grandes categorías: 1) contexto de la práctica social de enfermería según los tres niveles de atención del sistema de salud de la Región Sanitaria VI, años 2018-2019 y 2) indicadores de la práctica social de enfermería según los tres niveles de atención del sistema de salud de la Región Sanitaria VI, años 2018-2019. La primer categoría con 8 subcategorías de análisis: caracterización del sistema de salud, interacción entre instituciones del mismo nivel o con otro nivel, trabajo en equipo, impacto de los cambios políticos, organización y gestión, enfermería en la vanguardia y retaguardia, formación y capacitación, patologías más frecuentes; y para la segunda categoría: indicadores de la práctica social de enfermería según los tres niveles de atención del sistema de salud de la Región Sanitaria VI, años 2018-2019, 4 subcategorías; vinculación con la comunidad, gestión del cuidado, características del vínculo cuidadora/or – persona cuidada y enfoque teórico (de esas prácticas). La tercera etapa finalizará el 31 de diciembre de 2021.
Los/as autores y autoras de este libro, son profesionales de enfermería y otras disciplinas, de Argentina, Colombia y de España, que están vinculados/as a las áreas de interés para explorar diversos aspectos del “cuidado” y vinculaciones con los conceptos “buen vivir” y “bienestar”, en la mayoría de los casos pensados en contexto de pandemia y en clave nacional y latinoamericana. Ellas y ellos son docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), Universidad Nacional del Sur (UNS), Universidad Nacional de la Patagonia Austral- Unidad Académica San Julián (UNPA- UASJ), Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Universidad Nacional de Misiones (UNaM), Universidad de Antioquia-Colombia (UdeA), Universidad de AlicanteEspaña (UA), y se desarrollan, como dijimos antes, en diversas disciplinas y campos además de la enfermería: comunicación, medicina de diversas especialidades (general, pediatría, neurología, biología molecular), sociología, terapia ocupacional, educación física, nutrición, psicología, diseño, historia, ciencias biológicas, trabajo social, artes combinadas y audiovisión, género, gestión ambiental urbana, antropología, en algunos casos, no solo realizan docencia e investigación universitaria, sino que también trabajan en el cuidado y atención directa de las personas, en territorio, Organizaciones No Gubernamentales y gestión gubernamental. Presentamos a continuación algunos pensamientos de estos/as autores/as, recortando aspectos del trabajo realizado, con señalamiento de los capítulos en los cuáles están expresados.
CUIDADOS,BUEN VIVIR Y BIENESTAR
Los y las autores/as de este libro, han realizado interesantes aportes en términos de aproximarnos a los debates en torno a los conceptos puestos en juego: buen vivir, bienestar, cuidados, enfermería y a la Teoría de Cuidados del Buen Vivir y el Bienestar que busca integrar esos conceptos. A su vez, como se aplican y vinculan estos conceptos, en y con diferentes actividades, hechos de la vida cotidiana.
Según Fortunato, Antonioli, Fontenla, Benítez y Fiumara (Cap. XI), los procesos de construcción conceptual, se basan en las experiencias individuales, sociales, culturales. Son términos comunicables a través del lenguaje, que se otorgan al conocimiento abstracto, sobre elementos de interpretación de la propia realidad. Los términos, se ajustan a un determinado contenido, ordenan el mundo de las ideas, y a la vez es necesario considerar que no siempre las mismas palabras tienen la misma significancia para la persona que la decodifica. Asimismo, un mismo concepto en un mismo ámbito puede expresarse de manera diferente, o sufrir modificaciones. Con esa perspectiva presentamos los conceptos que siguen, presentes en el libro.
¿QUÉ SIGNIFICA “BUEN VIVIR”Y QUÉ SIGNIFICA “BIENESTAR”?
Buen vivir tiene múltiples definiciones. Benítez y Fortunato (Cap. III) nos dicen que según Hidalgo Capitán y Cubillo Guevara (2017) existen al menos tres maneras de entender el Buen Vivir: una indigenista y pachamamista, que prioriza como un objetivo la identidad; otra socialista y estatista, que prioriza la equidad; y una tercera, ecologista y posdesarrollista. que prioriza la sostenibilidad. Millenaar (Cap. XXVI) plantea que específicamente la corriente ecologista, considera el buen vivir como una utopía en (re)construcción que se nutre de la cosmovisión indígena ancestral e incluye también los aportes de múltiples formas de pensamiento en el mundo. Comprende la armonía con la naturaleza, el respeto a la dignidad humana y la mejora en la calidad de vida de las personas y comunidades. El concepto del buen vivir retoma principios éticos y conocimientos ancestrales en busca de la plenitud de la vida.
Ardnt y Azcurra (Cap. X) sostienen que seguimos viendo que todos los seres humanos buscan la felicidad. El arquetipo del individuo exitoso autoconstruido sin deber nada a su medio social y con la ganancia en valor monetario como dogma, se impuso junto al modelo económico neoliberal en el mundo. Paradójicamente, 35 años más tarde, la epidemia del COVID-19 muestra a los países originarios del modelo, como los que sufren un mayor número de decesos. Y una profunda crisis sistémica poco antes iniciada, desnuda las falencias del modelo neoliberal y preanuncia el inescapable cambio estructural en el mundo. Millenaar (Cap. XXVI), va contra ese modelo neoliberal y contrapone la perspectiva denominada como el buen vivir o vivir bien, que se aleja de posicionamientos antropocéntricos y de una buena vida ligada a la acumulación y al consumo de bienes materiales; perspectiva que entiende a las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza como relaciones de reciprocidad, en una comprensión circular y armónica del tiempo y del mundo. Como plantea Orero (Cap. XXI) un pensamiento pegado al suelo y en comunidad. Categorías como buen vivir a partir de un marco lingüístico e histórico específico, dicen Ojeda y Moyano (Cap. I y II), es compartido por colectividades que en otro tiempo pudieron tener conflictos o reticencias entre sí. Los entornos históricos y políticos configuran una particular tensión con las categorías del buen vivir; categorías que aquí entenderemos como de las resistencias. El buen vivir, según Orero (Cap. XXI), tracciona hacia una mirada latinoamericana, en un intento por sustraerlo de los entendimientos ligados a las formas de producción capitalista, y de consumo.
Pérez, Loray y Cárcamo (Cap. XXXI) expresan que intelectuales quechuas y aymaras difundieron los conceptos Sumak kawsay/Suma qamaña como una forma de organización económica, social y cultural alternativa al desarrollo y a sus formas de vida. Schanz, Camanduli y Sosa (Cap. XXXII) muestran como hace un poco más de una década, en diversas regiones de Latinoamérica, han surgido conceptualizaciones de teóricos/as indígenas en torno al buen vivir, que se basan en epistemologías propias de la región andina que están siendo reivindicadas por las mujeres indígenas para cuestionar entre otras cosas la violencia de género y la del Estado. En ese sentido el buen vivir no es un sinónimo de una cultura indígena especifica ni defiende un regreso al pasado andino precolonial, el buen vivir, desde sus ideas iniciales se encuentra determinado por contextos culturales, históricos y ecológicos particulares, cuyas concepciones no son idénticas entre regiones, presentan diferentes tendencias y énfasis, así como también enfrentan distintas resistencias y críticas. González Manríquez (Cap. XXIV), explica que el buen vivir es sistematizado y conceptualizado en 1994 por los kichwas amazónicos de la Organización de los Pueblos Indígenas de Postaza (OPIP). Otros conceptos indígenas semejantes son el kume mogñen, de origen mapuche, y el ñande reko, de origen guaraní. En la búsqueda de una traducción para el Sumak Kawsay, Huanacuni Mamani (2010) señala que sumak significa "plenitud, sublime, excelente, magnífico, hermoso (a), superior, integral, simbiótico y holístico", mientras que kawsay, es "vida, serestando, estar-siendo". Por lo tanto, la traducción que más se aproxima es "vida en plenitud" o "buen vivir". Se trata de un concepto nacido en el Abya Yala y todo lo que ha significado la lucha de los pueblos originarios contra la exclusión y el despojo que trajo consigo el colonialismo. López (Cap. XXVIII) nos presenta el buen vivir como un principio que integra la relación de varias culturas milenarias y propone recuperar nuestra vida en plenitud, en armonía con la madre naturaleza. Adentrándonos en la interculturalidad y en particular desde la Espiritualidad, los guaraníes mencionan el teko kavi, el buen vivir para una tierra sin mal; el kume mogen, volver a reconstruir nuestra forma de vida dice el pueblo Mapuche; Sumak Kawsay, el buen vivir del mundo andino; los sabios y sabias nos recuerdan que estamos en tiempo de Pachakutec, tiempo de cambios o tiempos de renovación, así lo vivencian guaraníes: volver al origen. En esa misma dirección y desde la espiritualidad Fiumara y Loray (Cap. XXVII), plantean su surgimiento como un mecanismo de “re encantamiento del mundo”, de defensa y de recuperación del ciudadano actual frente al agobiante mundo materialista, racional, tecnológico, de la civilización industrial. Frente al narcisismo, y al individualismo promocionado por la civilización consumista y materialista, la sabiduría de la especie, encara una visión que fomenta un cambio radical en los sistemas de valores y en los estilos de vida de los sujetos.
Fortunato, Antonioli, Fontenla, Benítez y Fiumara (Cap. XI), presentan algunos de los principios sobre los cuales se constituye el buen vivir en salud (biopsico- social- espiritual), diciendo que se erigen sobre la base del buen pensamiento, del buen sentir y del buen actuar, la ley de recompensa y una plataforma. Martínez Riera y Sainz Ruiz (Cap. XIV), relacionan buen vivir con los activos en salud, recordando que estos últimos son los que otorgan una mirada no solo centrada en los “factores de protección”, como fortalezas intrapersonales o estrategias que previenen a la comunidad de enfermar, sino contemplan también el capital (construido, natural, social, político, y financiero) del territorio. Activos de salud o todo aquello que la comunidad identifica como propio y con potencial beneficio para su convivencia, desarrollo y salud y, por tanto, para su buen vivir. Una parte significativa de la literatura sobre el diseño de entornos urbanos sostenibles, o la planificación de vecindarios y comunidades promotoras de la salud y buen vivir, hace referencia o estudia el capital construido, recogiendo valores como la conectividad o la caminabilidad, el diseño de los recursos que mejoran nuestra percepción y disfrute de los mismos, e incluso el capital financiero en referencia a la distribución de los recursos con equidad, diversa y saludable medio-ambientalmente. En ese sentido cabe destacar la definición que sobre la salud hizo Jordi Gol (citado por Borrell-Carrio, 2005) y que expresaba como “aquella manera de vivir que es autónoma, que es solidaria y es feliz”(parr.2), concepto que se acerca más a una realidad dinámica, diversa y multicultural, que encaja mucho más con el concepto de buen vivir que según Macas (2010, p 452) es “la vida en excelencia material y espiritual, la magnificencia y lo sublime expresado en la armonía, en el equilibrio interno y externo de una comunidad".
En este libro, raramente se encontrará el concepto de bienestar analizado de forma aislada, y estará muy frecuentemente relacionado con los conceptos de cuidado y salud. Sanz y Martínez Riera (Cap. XIV), a partir de realizar una específica vinculación de “bienestar” con la Teoría de Salutogénesis, encuentran una explicación, de porqué “bienestar” no puede ser analizado, sino en relación a otros constructos, tales como el de “salud”. Estos autores, expresan que la orientación salutogénica presupone dejar de ver la salud como un fin último para entenderla como un recurso de la vida cotidiana y un medio para lograr el completo estado de bienestar, en palabras de Mathie y Cunningham. La Teoría de la Salutogénesis de Aaron Antonovsky representa el inicio de un amplio marco de modelos y teorías (“paraguas salutogénico”) que exploran la salud en términos positivos desplazando el foco desde la enfermedad al bienestar, y desde la restitución de la salud a su promoción. La salud es comúnmente definida como un estado de total bienestar físico, psicológico y social. Si bien Antonovky cuestiona el acercamiento que se le está dando a ambos conceptos, bienestar y salud, por tratarse el primero de un concepto cargado de moral, que no siempre tiene que ver con aquello que da salud. Refieren que Antonovky entiende la dimensión de la salud como un continuum más entre otros tantos que conforman el constructo de bienestar. Arndt y Azcurra (Cap. X), vinculan el bienestar con mecanismos moleculares, y definen que la expresión del genoma es más sensible a variaciones cualitativas de la calidad de bienestar del ser humano que su apreciación afectiva consciente. En otras palabras, es posible identificar los mecanismos moleculares subyacentes asociados con el bienestar psicológico ventajoso para la salud o eudaimonia.
¿DE QUÉ HABLAMOS,CUANDO HABLAMOS DE CUIDADOS?
Luzuriaga y Zunino (Cap. V), realizaron un profundo y extenso análisis del cuidado a partir de un trabajo de investigación cualitativa que buscó la palabra de las y los enfermeras/os. Caracterizan el capítulo diciendo que el mismo, parte de varios supuestos: el de entender el cuidado como una construcción vincular, a la enfermería como una práctica social y política y a la salud como un derecho que, a partir de su ejercicio, hace posible la lucha por otros derechos. Y nos contextúan, la pandemia del COVID-19 puso en cuestión innumerables aspectos de la vida social, entre ellos diversas prácticas y sentidos vinculados con la gestión del cuidado, principalmente del cuidado en los sistemas de salud. El rol de la enfermería cobró particular interés entre esos cuestionamientos, por ser la profesión que concentra las tareas de cuidado en el campo de la salud. Sin embargo, nuestra sociedad tiene todavía un amplio camino por recorrer para valorar la importancia de esta profesión. Si puede rescatarse algún aspecto positivo de esta pandemia, es el hecho de hacer visible la complejidad y la relevancia de esta tarea, así como denunciar fuertemente la precariedad y la desvalorización de dicha categoría profesional, tanto por parte del Estado como por parte de la sociedad. Martínez Riera (Cap. XXX) hace una crítica, considerando que este contexto estereotipado, influye de manera clara en el buen vivir y en el bienestar de enfermeras y enfermeros, al impedir o dificultar una relación saludable que permita incorporarlos social y profesionalmente. Santiago Garaño (Cap. VI), desde los derechos humanos nos lleva a pensar la cuestión de cómo cada sociedad construye siempre qué sujetos son considerados como “humanos” y quiénes no; quiénes son incluidos como ciudadanos, y quiénes son excluidos de esa categoría y gozan de menos derechos; cuáles son los umbrales de violencia y muerte que caracterizan a cada país y a cada región; y qué formas de represión social y política se rechazan y cuáles, en cambio, se avalan, toleran y hasta se exigen.
Zunino y Luzuriaga (Cap. V), definen el cuidado en salud con un alto potencial, por una parte, porque supone la construcción de un vínculo con las y los sujetos de cuidado y, por otra parte, porque su práctica cotidiana está fuertemente relacionada con el trabajo comunitario. Esta práctica otorga a quienes la ejercen la capacidad de acrecentar la experiencia y contar con conocimientos que les permiten identificar las problemáticas sociales y los recursos disponibles en la comunidad en la que trabajan. Tanto en el campo clínico como en el comunitario, el intercambio entre las/los trabajadores de la salud y las/los sujetos de cuidado posibilitan la construcción de prácticas dirigidas a hacer efectivos ciertos derechos. En este sentido, el cuidado en el campo de la salud tiene la capacidad de contribuir a la construcción de sujetos capaces de ser parte de procesos colectivos y transformadores de su realidad, es decir, de aportar a la construcción de sujetos políticos. Pérez, Loray y Cárcamo (Cap. XXXI), subrayan el sentido político del cuidado, pensado desde el bienestar, en tanto búsqueda de transformación de necesidades, en derechos.
Fortunato, Antonioli, Fontenla, Benítez y Fiumara (Cap. XI), nos plantean que la experiencia de cuidado es personal y está determinada por la historia de cada persona, como parte del enfoque de cuidado transcultural, integral, enmarcado en el respeto y la dignidad de cada persona y es muy significativo entender que en algunas comunidades esto implica una construcción social, no personal. Cuidar es más que la aplicación de técnicas y procedimientos, es fundamentalmente una acción comunicativa y personal, basada en el respeto y reconocimiento del otro. La mayor contrastación con la cosmovisión del mundo capitalista, occidental y cristiano en términos del concepto de salud mental y, por ende, de cuidado, se pone de manifiesto en la forma o las formas en que el cuidado era y es prodigado por los indígenas.
Fiumara y Loray (Cap. XXVII), defienden de la mano de Boff, dos ideas principales: el respeto y cuidado. Respeto por todo lo que vive y existe. Cuidado como el principio rector, que es previo a todas las conductas, entendiendo que todo lo que hagamos con cuidado está bien hecho; mientras que el descuido, es destrucción. El cuidado practicado con entendimiento, es una forma de amor, porque solo amamos lo que conocemos. “El cuidado es una relación amorosa y no agresiva con la realidad. El cuidado está atento a los procesos vitales y se preocupa de todos los seres para que éstos puedan continuar participando en la comunidad de la vida de tal manera que ninguno esté excluido ni abandonado en su sufrimiento” (Boff, s/f).
Ojeda y Moyano (Cap. I y II) han realizado en dos capítulos un extenso y profundo análisis de las nociones de “cuidados”, “buen vivir” y “bienestar”, y entre otras ideas expresan que es un signo de vitalidad la variedad de tradiciones intelectuales y discursivas en las que se sostiene la apropiación y trasvase de un campo de intervención a otros de conceptos como cuidado, buen vivir y bienestar, y el modo en que, inevitablemente, estos conceptos han debido también ser objeto de luchas por el sentido y por su apropiación. Es evidente el potencial de diálogo con las nociones de bienestar y cuidado provenientes tanto de tradiciones políticas y epistemológicas diversas. La presencia identitaria de estos conceptos incluso en el juramento Nightingale originado en un ciclo histórico anterior “Dedicaré mi vida al bienestar de las personas confiadas a mi cuidado”, aparece naturalmente en la conformación contemporánea del campo profesional que, no casualmente, convoca a este libro. La noción de bienestar y cuidado deja definitivamente de ser limitable a una noción unidireccional de servicio, incluso sacrificio individual, para elevarse a la noción de construcción de lazos de salud como sinónimo de construcción de lazos de comunidad.
Surge con Franco y Cárcamo (Cap. XV), una vinculación entre cuidados, interculturalidad y poder, tomando en cuenta la concepción de los determinantes planteada por Breilh, retrayéndolos a nivel de condicionantes, si se genera un pensamiento sobre cuidados, coherente con la acción emancipadora de integración de fuerzas y culturas contra hegemónicas y de construcción de poder simbólico alternativo.
TEORÍA DE CUIDADOS DEL BUEN VIVIR Y EL BIENESTAR
Desde la Teoría de Cuidados del Buen Vivir y el Bienestar se entiende que el acto interpersonal del cuidar (con una o más personas) implica un posicionamiento –posiblemente diferente y/o complementario e interdependiente- que “presupone” cumplir determinados objetivos. Esta interrelación, además, incluye un reconocimiento de la “vulnerabilidad” de todos/as los/as incluidos/as en la misma, abriéndose paso a una construcción de subjetividad que va a estar determinada por los valores socio-históricos de ese preciso momento.
Una situación que ya se plantea compleja porque puede tener una significación diferente partiendo de la historia de vida de cada sujeto implicado y sus acopios culturales. Aquí entra, a nuestro entender, la contraposición entre dos (o más) formas de comprender y por ende proceder con respecto a la salud. Se acuerda con Breilh (2003) cuando dice que es necesario incorporar una concepción epistemológica sobre la complejidad y las relaciones de producción, propiedad y poder como condiciones objetivas de la materialidad social que determinan la salud. (Grupo de Modelos y Teorías de Cuidados de Enfermería; Franco A.; Cárcamo, S. N., Cap. XV). Álvarez (Cap. XX), sintetizando el paradigma de la complejidad, nos presenta a Morín (1990), que postula que las relaciones surgen de un movimiento circular en donde los efectos retroactúan sobre las causas modificándolas, surgiendo una causalidad en bucle que irrumpe la causalidad lineal simple. Es posible decir que la vida de cada una de las personas que habita el planeta Tierra es resultante de múltiples bucles de retroalimentación que se producen por el sólo hecho de vivir. En todos los casos, dicen Pérez, Loray y Cárcamo (Cap. XXXI), el buen vivir plantea una interrelación de la persona con el todo, que genera armonía y con ello la vida en plenitud. Sus modelos éticos fortalecen las relaciones interculturales y miran a los otros como iguales, en estos tiempos buscan aportar soluciones que pongan freno a la desigualdad social, y en ese punto genera una intersección con la idea de bienestar.
Arias López (Cap. XIII), encuentra acercamientos a modelos teóricos basados en las propuestas filosóficas del buen vivir (Álvarez et al, ) o propuestas soportadas en los legados de la salud colectiva/medicina social latinoamericana (Arias López, 2019), que permiten avizorar planteos situadas en el contexto latinoamericano y sus problemáticas, pero además en las respuestas sociales particulares, donde las enfermeras han mostrado su potencial para generar conocimientos historizados, bajo miradas sociopolíticas críticas, que abogan por la transformación hacia formas de vida más solidarias, respetuosas e incluyentes.
Analizan Fortunato, Antonioli, Fontenla, Benítez y Fiumara (Cap. XI), una idea teleológica de la salud, que muestra que la misma, en el cristianismo consiste en la pérdida del Edén, en el marxismo en la búsqueda de la sociedad sin clases y en la cosmovisión de los pueblos originarios la finalidad se halla en mantenerse en común unión y en estrecha relación con su cosmogonía. El buen vivir, entonces tiene que ver con la capacidad de fortalecer e integrar la historia, mediante la potenciación de grupos comunitarios. Quiere decir que las formas de cuidado en los pueblos originarios, son mitos que se expresan plásticamente en ritos, en estrecha relación con la antropogonía y en sujeción a ella, la condición para alcanzar salud.
Según Ojeda y Moyano (Cap. I y II), se encuentran presentes, en la Teoría de Cuidados del Buen Vivir y el Bienestar, las teorías y movimientos ligados al socialismo indoamericano hasta la producción teórico política de los movimientos nacional-populares del continente; desde la irrupción de los movimientos ecologistas en la década de 1970 hasta la circulación e influencias cruzadas entre tradiciones de oriente y occidente, de sur y norte. Así la teoría del Buen Vivir pasa de texto a comunidad viva en el marco de amplios procesos de transformación política en la América Latina del siglo XXI. Buen Vivir y bienestar como producciones teóricas -y sus praxis- ejemplifican muy bien la tensión compartida junto a otros cuerpos de ideas respecto de cómo promover una idea y praxis de la vida humana en tiempos del capitalismo avanzado, es decir, en tiempos de deshumanización de relaciones, visibilización de grupos, sectores y comunidades, destrucción del medio ambiente y con él de todo habitat posible.
Adherimos a la concepción planteada por Luzuriaga y Zunino (Cap. V), en el sentido de que el vínculo generado a partir del cuidado es una relación fuertemente legitimadora de derechos y una instancia política ciudadana. Y por ello, el trabajo en salud, tiene el potencial de cuestionar las prácticas que reproducen desigualdades sociales a diferentes niveles de clase, de género, y de otras subordinaciones. Es el potencial que podría producir un movimiento que promueva prácticas orientadas a la ampliación de derechos y al involucramiento de diversos actores sociales, a partir de un discurso aglutinador como es el derecho a la salud. Son discursos y prácticas dirigidas a lo que Mouffe (1996) denomina una ciudadanía democrática radical.
¿CÓMO SE APLICAN AQUÍ, LAS CONCEPCIONES SOBRE: CUIDADOS, BUEN VIVIR Y BIENESTAR?
Espasande, Bonforti y Di Vincenzo (Cap. IV), ponen pie en el Pensamiento Nacional y Latinoamericano (PNL) y proponen plantear una matriz epistemológica surgida al calor de la resistencia a la opresión social y/o colonial. A diferencia de la matriz eurocéntrica, el PNL aparece con perspectiva “situada”, en la que busca respuestas a partir de nuestra propia realidad. Si bien el PNL es heterogéneo presenta características comunes que permiten hablar de una “matriz”, en el sentido de constituir una forma de pensar, analizar, actuar sobre la realidad social. Ojeda y Moyano (Cap. I y II), dicen que la producción teórica adquiere potencia en la medida que las praxis sociales las sostienen y extienden: la Teoría del Cuidado expande su visibilidad y conforma agendas cuando, todo un campo profesional, pero también todo un proceso de reformulación de relaciones de poder entre géneros, activan su validez y multiplican sus conexiones.
Cárcamo y Alcaraz (Cap. VIII), proponen cuidados del Buen Vivir y el Bienestar, al diagnóstico e intervención en la micropolítica, y se apoyan en Merhy (2016) desde el concepto de “autogobierno”, que se plantea la posibilidad de la “privatización” del uso del propio espacio de trabajo cotidiano, sin tener que rendir cuentas de qué hace y porque se hace, y siguiendo esta idea, entienden que necesariamente, en el esfuerzo por mejorar la calidad de los cuidados, es importantísimo abordarlos desde la micropolítica, en eso que Merhy (2016) denomina el “acto vivo en salud”. Y en ese sentido la investigación- acción, permite diagnosticar en los micro-espacios (hospital, centro de salud, comunidad), y habilita a generar instancias de capacitación, que, en la última etapa de los estudios del Grupo de Modelos y Teorías de Cuidados, fue muy bien valorada por la mayoría de los/as entrevistados/as, lo que permitiría obtener un mayor conjunto de saberes, del cual se dispondría para la producción de cuidados de salud. Ratificando esa dirección, Cárcamo (Cap. IX), presenta un esquema, que se utilizó en las dos experiencias en hospitales de la Región Sanitaria Sexta en el período 1998-2000, que responde a la lógica de la teoría de sistemas, y permite hacer un análisis, con la utilización de diferentes fichas- herramientas, de las estructuras de cada sistema/servicio del hospital, en cuanto a conjunto de relaciones existentes entre los elementos del sistema bajo análisis y el entorno, como sistemas que se interpenetran. Este proceso de análisis permite realizar un diagnóstico de necesidades/problemas a ser resueltas/os desde la gestión institucional, entre ellas/os, la capacitación en servicio. Desde una maduración y nuevos aprendizajes, se mira la metodología desde un enfoque ideológico, apoyada en los Cuidados del Buen Vivir y el Bienestar.
Donati (Cap. XXIII) se pregunta ¿El uso cotidiano que les damos a las nuevas tecnologías, resulta necesariamente una mejora en nuestra calidad de vida? Y reflexiona en la forma vertiginosa en que la tecnología se ha desplegado en la sociedad occidental actual generando preocupación en algunos investigadores y entusiasmo en otros, situación que ha permitido desde diversas disciplinas, estudios y programas de investigación, intentar comprender: las causas, los efectos y procesos, que devienen en los tipos de configuraciones de lo que se entiende, por tecnología, en este momento histórico.
Millenaar (Cap. XXVI), expresa que pensamos en la propuesta del Buen Vivir como la vida del planeta como un todo. Pensamos en la salud de las relaciones. Pensamos en Soberanía alimentaria. Pensamos en paz y armonía con la naturaleza. Y nos informa que, en el mundo, sólo un 37% de los niños reciben lactancia materna exclusiva al sexto mes. Una de las causas para que esto suceda es la falta de información, además de existir un sistema de mercado que funciona de tal manera que permita continuar siendo así. Schanz, Camanduli y Sosa (Cap. XXXII) caracterizan el Buen vivir es un modelo político, social, cultural y económico de Latinoamérica, cuya síntesis es la diversidad. Recuperar algunos de sus principios para pensar a la maternidad es el propósito de las autoras, y, lo será también para esclarecer algunas cuestiones en relación a este pensamiento. Entonces, el cuidado del Buen Vivir y Bienestar comprende que el ser humano está en función de las otras y otros, como así también con cada rincón de la naturaleza, vivimos en comunidad y la maternidad es parte de ella. Para el cuidado, desde esta cosmovisión, el maternar va más allá del sexo biológico, es compartido con los seres con los cuales se convive en el espacio y tiempo, en el aquí y ahora y en convivencia armónica con la naturaleza y con aquellos que los rodean. Martínez Riera (Cap. XXX), haciendo dialogar genero con buen vivir plantea entre otros conceptos, que no podemos negar que vivimos dentro de una cultura de estereotipos sexistas, en los que aparentemente se privilegia al hombre sobre la mujer; aunque en realidad los estereotipos afectan negativamente a ambos géneros, al construirse en patrones o modelos divisionistas que no permiten en ocasiones el descubrimiento, el desarrollo y la expresión de cualidades y valores propios de los seres humanos sin distinción de sexo. Loray y Cárcamo (Cap. XXXI) recuerdan, citando a Segato (2018), que las diversas sociedades en todos los continentes tienen un mito de origen: “la desobediencia de Eva”, que marca el origen de la estructura que está enfocada sobre la desobediencia y el disciplinamiento de la mujer, ubicada así en el mismo momento en donde comienza la historia humana. Se instala de este modo como narrativa, un orden político no histórico, apartándose de lo religioso, con la “naturalización” del sistema patriarcal y su consecuencia, la desigualdad de género.
Martínez (Cap. XIX), para pensar en los cuerpos envejecidos, afirma que la cosmología del sistema capitalista basada en el dualismo ontológico cartesiano separó definitivamente, al hombre de la naturaleza, estableciendo su superioridad respecto de ella. Pero ese proyecto moderno-colonial-capitalistapatriarcal necesitó también escindir la vida y las actividades humanas a partir de su ideal de hombre productivo, muy lejos del cual quedaron, entre otros, los cuerpos envejecidos, desechados por inútiles e improductivos. De allí que el envejecimiento del “hombre moderno y occidental” transcurriera en el silencio de la experiencia del cuerpo borrado, descartado. En sentido contrario implica el buen-vivir indisociablemente el buen-envejecer, y no sería percibido ya como un problema individual, asociado a un grupo etario, sino como una responsabilidad colectiva entramada en una lógica de intercambios recíprocos. Álvarez (Cap. XX), y siempre sobre “vejeces”, nos explica que cuando nos referimos a las prácticas corporales realizadas por personas mayores es correcto expresar que asumen particularidades específicas, pero también es necesario entender que no todas las “vejeces” son iguales y que la diversidad de realidades vividas permite reflexionar desde una visión integral no sólo desde los hechos individuales aislados, sino que también desde la integralidad de un hecho relacional con el entorno. Etkin (Cap. XXII), establece relaciones entre los/as adultos/as mayores y las prácticas de deporte. El concepto de deporte para todos, no necesariamente incluye el de deporte con todos/as y si bien podemos coincidir con los autores que las prácticas deportivas han universalizado sus formas institucionalizadas, pensamos que no les brindan a todas las personas, particularmente a los/as adultos/as mayores, la misma oportunidad de acceder a su práctica, como a otros grupos etarios.
Hablan de la salud del planeta algunos/as autores/as relacionada con la salud humana. Cervera Novo (Cap. XXIX), expresa que los elementos que nos entrega nuestra Madre Tierra nos permitirán lograr un buen vivir energético. Contamos con los recursos renovables que nos permiten modificar la matriz energética sin generar gases de efecto invernadero. Para lograrlo tenemos tres claves: 1. Electrificar la Economía a partir de sustituir su producción sin combustibles fósiles; 2. Integración de las Energías Renovables combinando todas las alternativas que ofrecen; 3. Eficiencia Energética a partir de privilegiar los aparatos con etiqueta de eficiencia energética y dotar de redes inteligentes, digitalizadas en la distribución de la energía. Unidos estos tres ejes podemos hablar de seguridad en los suministros. Elisman (Cap. XXV) propone una dieta basada en plantas, afirmando que no existe déficit proteico ni de hierro en una alimentación basada en plantas bien planificada (como deberían ser todos los patrones dietarios), lo que tiene efectos sobre la salud del planeta ya que múltiples estudios han demostrado que reemplazar alimentos de origen animal con alimentos de origen vegetal reduce factores asociados al cambio climático. Propone una dieta sustentable, que es una dieta en la que el proceso de producción de la misma tiene el menor impacto ambiental, a la vez que es protectiva y respetuosa de la biodiversidad y los ecosistemas, es nutricionalmente adecuada, segura, sana, cultural y económicamente aceptable. Fernández (Cap. XVI), desde la Filosofía del Buen Vivir, piensa la dimensión educativa, como merecedora de nuestra atención. El cuidado de las personas, es la preocupación y el interés por el ser humano, con todo lo que ello implica. La forma de vida que llevamos en la actualidad, especialmente en las grandes ciudades, nos aleja decididamente de este ideal. La ciencia y la técnica, han permitido que nuestra existencia sobre la tierra sea más prolongada. Pero no necesariamente, ha sido más humana, menos conflictiva. Nuestro progreso, es acompañado por la generación de sociedades más tóxicas, menos amigables, más inseguras, que han ensanchado la distancia en la relación con la naturaleza, recordando aquí que somos parte de ella. Sanabria (Cap. XVIII) afirma que, la incorporación del Buen Vivir en el marco educativo posibilita el aprendizaje para toda la vida, y se comparten entre estudiantes y profesores/as, ya que otros saberes entran en equivocidad. El buen vivir entendido como los modos de relacionarse armónicamente con el mundo, la naturaleza y con los otros. Por lo cual, se incorporan diferentes prácticas, estrategias y didácticas innovadoras que favorecen las competencias y las capacidades para el empoderamiento de los diferentes procesos de aprendizaje emancipador, con la apropiación social del conocimiento. Y propone en esta línea, que las Universidades, sus autoridades y profesores/as consideren y asuman sus responsabilidades para promover otras maneras de enseñar, de aprender y de vivir para descolonizar la cultura académica, comprendiendo que esta tarea es posible desde el pensamiento complejo y del Buen Vivir. De esta manera dejaremos de priorizar en las aulas la clasificación y la información y podremos iniciar el camino de la formación de una conciencia ciudadana y planetaria, social y humanista que integre los problemas del mundo actual garantizando una educación para la universalidad y la formación integral del futuro egresado de Enfermería. La formación del Buen Vivir implica una perspectiva de aprendizaje intencionada, con competencia ética, crítica, participativa, solidaria y reconociendo e interactuando con visión multidimensional de la persona. Agüero (Cap., XVII), considera el contexto actual como una oportunidad para repensar el modelo de formación ético profesional de las y los enfermeras/os, vigente en el currículo de la educación superior. Las epistemologías del sur, se posicionan como alternativas para poder avanzar en nuevas concepciones y nuevos horizontes para afrontar, no solo la pandemia del nuevo coronavirus, sino también las inequidades en la profundidad de nuestra Patria Grande.
En términos de “cuidar a los que cuidan” Aguirre, Medina, Silberman y López (Cap. VII), presentan un plan creado en el año 2020, por el Ministerio de Salud de la Nación (Argentina) titulado Plan Nacional de Cuidado de Trabajadores y Trabajadoras de la Salud en el marco de la pandemia COVID-19. Consideran que el proceso de trabajo de las y los trabajadores de la salud adquiere una configuración única, porque moviliza a los sujetos en su totalidad: en cuerpo, intelecto, emociones y capacidad relacional. El trabajo cotidiano en las complejas organizaciones de salud, como son los hospitales, tienen características propias, sea por funcionar las 24 horas de los 365 días del año, como por trabajar con la salud, la enfermedad y el cuidado de las personas (Spinelli, 2013). Su propósito es guiar a las instituciones efectoras de salud a realizar acciones para prevenir esta enfermedad y las consecuencias indirectas, que la pandemia ocasiona en la salud del personal, y particularmente en la salud mental. Beatriz Arias (Cap. XIII), presenta experiencias de cuidado en el campo de la salud mental, relacionados con los haceres textiles y su narrativa, apareciendo como mediadores estratégicos para el cuidado comunitario, a partir de una serie de investigaciones, realizadas en Colombia, que han buscado explorar las afectaciones y resistencias relacionadas con el conflicto armado y la construcción de paz. En el mismo sentido del cuidado de la salud mental, Jacquier y Dos Santos (Cap. XII), plantean un caso, considerando al sufrimiento como un constructo encuadrado en la categoría de padecimiento, término antropológico con connotaciones subjetivas, que refleja sensaciones indefinidas, sentidas por todas las personas, en la vida cotidiana (Jacquier, 2014). Presentan así reflexiones sobre una práctica de salud comunitaria que ayuda a las personas a abordar los sufrimientos de la vida cotidiana, empoderarla colectivamente y facilitar vínculos solidarios con la TCI o “Terapia Comunitaria Integrativa”.
Esperamos que estos amplios y profundos aportes conceptuales y metodológicos, disciplinares y transdiciplinares, desde el campo de los cuidados, con perspectiva nacional y latinoamericana y específicamente desde los cuidados del Buen Vivir y el Bienestar, sean un aporte nutritivo para seguir pensando los cuidados en todos los ámbitos en que la enfermería se desarrolla. Esto ahora es de Ustedes, lectores y lectoras.
SILVIA NOEMÍ CARCAMO
Directora Grupo de Modelos y Teorías de Cuidados de Enfermería
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